jueves, 17 de febrero de 2011

A que vuelva, ¡no puedo esperar a que vuelva!


A que vuelva, ¡no puedo esperar a que vuelva!

Por: Pía Borges


He tenido la gran oportunidad de ser parte de Crea+ desde que se puso en práctica, en marzo de 2011, y tengo que admitir que desde ese primer día no he dejado de sorprenderme. Yo estaba encargada de enseñar taller de baile a niñas de primaria. Para comenzar, mi dupla y yo nos presentamos, diciendo que estudiábamos para ser doctora y psicóloga respectivamente. Cuando llegó el turno de las niñas, éstas iban diciendo mientras nos miraban fijamente con ternura, que de grandes querían ser doctoras o psicólogas, como nosotras. Queda poco por decir respecto a la emoción que sentimos en ese momento mi dupla y yo.

Pasaron las semanas y cada vez que Mariana – mi dupla- o yo llegábamos al salón, éramos recibidas con una súper ola de abrazos y besos por la que no nos deteníamos a protestar. Finalmente llegó el día de nuestra presentación. Les dijimos a las niñas que bailen como lo habían venido haciendo, muy bien por cierto, pero que ante todo se diviertan, porque estaban ahí para que juntas cumplamos sus sueños. El orgullo que sentí tras verlas desenvolverse ante el público no podría describirlo con palabras, y es que tanto Mariana como yo no nos imaginamos el éxito que tendría el esfuerzo de nuestras niñas, en especial reflejado en los rostros de sus familiares y de ellas mismas. Cuando volvimos al salón y comenzamos a ordenarlo, iban acercándose una a una las niñas a despedirse y decirnos que esperaban vernos el próximo semestre. Incluso decían que no podían esperar a que acabaran las vacaciones y volver al colegio, porque los sábados volverían a tener Crea+. No sospechaban que ese sentimiento era mutuo. La última niña en acercarse a despedirse fue J, junto con su mamá. La señora no se cansó de mostrar una inmensa gratitud ante lo que le habíamos enseñado a su hija, diciendo que lo que más le apasionaba era bailar y siempre la encontraban repitiendo pasos de baile por los rincones de su casa.

Nos dijo que creía que el colegio había sido bendecido este año por nuestra presencia y que esperaba vernos pronto, porque eso que hacíamos –fomentar el renacimiento de sus sueños- era lo que los niños necesitaban. Las palabras de esa mamá causaron en Mariana y en mí una fuerte impresión que nos impulsó a volver con más ganas que antes el segundo semestre, y estoy segura que nuestros ánimos han mejorado desde entonces, y es que la experiencia vivida cada semestre es, verdaderamente, cimiento de nuevos propósitos.